Hace algunos años atrás la HBR publicó un artículo que se centraba en la problemática de despertar la pasión por el trabajo. Es evidente que no hay algo más motivante que trabajar allí donde nos gusta y en lo que nos apasiona.
Warren Bennis, una autoridad a la hora de hablar de liderazgo, entrevistó a cientos de líderes de todos los campos, y notó que tenían la misma forma de conectarse con lo que era importante para ellos. Construyeron para su vida lo que Bennis llama "estructuras reflexivas", es decir tiempo y espacio para autoevaluarse. Esto podía darse en unos minutos diarios, un día al mes o un período en el año.
Cualquiera sea la forma, lo importante es despegarse de la rutina y reflexionar sobre estos temas:
El pasado: Hacer una línea de vida y registrar los buenos y malos momentos. Resaltar los aprendizajes y los puntos allá donde las cosas cambiaron radicalmente. Destacar aquellos acontecimientos que marcaron el orgullo, la alegría, la fuerza y el optimismo. ¿Qué valores guían la vida? ¿Hay pasión en lo que se hace?
Principios para la vida: Es necesario definir los valores y creencias en lo referente a la familia, las relaciones, el trabajo, la espiritualidad y la salud física.
Horizonte extendido: Escribir en una o dos páginas acerca de lo que a uno le gustaría hacer con el resto de su vida. Señalar treinta (30) cosas que se quisieran experimentar antes de morirse. Escribirlas. Este es el campo de los sueños que nos impulsan.
Por último, debe hacerse el ejercicio de visionar el futuro, imaginándose uno dentro de 10 o 15 años.
Tarde o temprano las personas sienten una necesidad de evaluar su vida, y si se les da la oportunidad de escuchar el llamado, es muy probable que se sientan más fuertes, más inteligentes y más decididas que nunca.